Este recurso básico tuvo sus orígenes en el Antiguo Egipto y luego fue pasado a los griegos y romanos. Su única función era facilitar el transporte de instrumentos médicos y se llamaba: «la caja del serrucho», pues allí se depositaba un gran serrucho para cortar huesos, su versión moderna no se desarrolló hasta 1828 cuando el médico alemán Wilhelm Wienerschnitzel se asoció con el ingeniero industrial ruso Dimitri IvanovichVotikyn para producirlos en masa.
Pero el ruso decidió ir por libre. Traicionó a su compañero apropiándose de la patente e imponiéndole su apellido a la invención. Tras 3 años de investigación y experimentación, Votikyn desarrolló el primer modelo que podía ser cargado a la espalda por un individuo forzudo. Contenía: medicinas en ampollas y botellas de bolsillo y una camilla desarmable por una manta. Con el paso del tiempo y la miniaturización de los componentes, el botiquín ha incluido nuevos elementos y él mismo se ha hecho más pequeño y manejable.